jueves, 11 de noviembre de 2010
La noche sobre los castillos de arena
Con qué ferocidad nos detonamos desde dentro
y nos desmoronamos grano a grano, pieza a pieza,
saltando por los aires y diseminándonos por la tierra.
Sobre nuestros despojos, en la negra ausencia,
oscilan inmóviles las estrellas titilando,
ciegas vigías de este pobre espectáculo
de arena, y agua, y vísceras, y sombras.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
lunes, 6 de septiembre de 2010
Reencuentro
miércoles, 25 de agosto de 2010
domingo, 18 de julio de 2010
martes, 13 de julio de 2010
¡Viva España!
domingo, 11 de julio de 2010
A por ellos

martes, 29 de junio de 2010
La hora de la verdad
domingo, 27 de junio de 2010
Un Mundial raro, raro, raro.
viernes, 25 de junio de 2010
El Mundial de los cracks. Un resumen de lo visto hasta hoy.



miércoles, 23 de junio de 2010
Ya no quedan hombres como Piqué

martes, 22 de junio de 2010
Del Bosque y los errores de siempre


lunes, 21 de junio de 2010
Carta del Su Majestad el Rey a los jugadores de ‘la roja’
La primicia de hoy, horas antes del crucial partido contra Honduras, es la carta que Su Majestad el Rey Don Juan Carlos ha hecho llegar a la concentración de la selección española. A través de una filtración (probablemente algún jugador francés pasaba por allí) ha llegado a este humilde apartamento de Via Moretta (Turín: territorio enemigo). La comparto con vosotros.
Queridos jugadores de la Selección Nacional:
En nombre de la Casa Real quiero transmitiros mis mejores deseos para el partido de hoy (bueno y para el de Chile, así no tengo que escribir otra carta). Quiero que sepáis que contáis con todo mi apoyo, con el de la Reina y los Príncipes de Asturias, que han viajado para acompañaros en vuestra aventura.
Dicho esto, quiero que sepáis que vi el partido contra Suiza, qué mala pata jolines. No os preocupéis, son cosas que pasan. España es muy de perder partidos fáciles en los mundiales. Jugad tranquilos, sin presión, sois unos cracks y lo vais a bordar para pasar a octavos. Contáis con el apoyo de 46 millones de españoles (más bien 40 si quitamos todos los nacionalizados que van con otras selecciones, entre ellas Honduras y Chile –no, no hay ningún suizo en España, por qué será). Dentro de esos 40 millones hay 5 millones de parados, con sus respectivas familias pasando penurias, que no tienen otra cosa de qué hablar que no sea del mundial y de vosotros. Luego hay un montonazo (pero muchos, muchos) de funcionarios cabreados por la bajada de sueldo, con los nervios crispados y dispuestos a dar mucho por saco. Lo único que mantiene entretenidos a todos estos es sentarse en el bar con una cerveza (más no, porque no pueden) a ver los partidos de su 'roja', con la esperanza de que lleguéis lejos y nos hagáis sentir orgullosos. Durante noventa minutos, hoy se olvidarán de la situación enfangada, triste y bochornosa de su país. A no ser, claro está, que vosotros se la recordéis cagándola. Porque si no ganáis hoy, es muy probable que ni la posible eliminación de Francia los consuele, y vuestro fracaso implique varios intentos de suicidio, alguna tragedia familiar y una huelga general de órdago.
No voy a ser yo quien os reproche lo que cobráis (jujuju, qué chispa tengo), pero yo trago cada año con el dichoso discurso de Navidad, y alguna que otra vez con la Cumbre Iberoamericana, cosa que no deseo ni a mi peor enemigo. Vosotros sólo le dais patadas a la pelotita, os paseáis por ahí con vuestros coches deportivos, os pegáis unas juergas de padre y señor mío y soltáis tres tonterías en los medios que siempre comienzan con un "bueno, sí ¿no?" para rematarlas luego con alguna obviedad. Por cierto, Iker, te lo digo desde el cariño: ¿Por qué no te callas? Hijo mío es que cada vez que hablas sube el pan, y además tu equipo pierde. Así que no os voy a pedir que en caso de cagarla bien donéis lo que os embolsáis por jugar el mundial a una ONG, pero puede pasar que la escolta se quede dormida en el viaje de regreso, y me han dicho que por Sudáfrica hay mucho ladronzuelo.
Ya en el plano personal, no os pido que ganéis, os pido que destrocéis y humilléis a esos infelices, a ver si cerramos la boca al presidentucho golpista de Honduras. Me da igual si les tenéis que morder, envenenar, pinchar con alfileres o meter a Piqué en su vestuario cuando se estén cambiando (Gerard, con cariño, como si fuera Ibra). Como digo, vosotros tranquilos, sin ninguna presión. Basta con que no la jodáis (más). Os reitero otra vez el apoyo y el cariño de todos los españoles (que son menos de 40 millones, se me olvidaron los nacionalistas) y os recuerdo que del amor al odio hay un paso.
Un afectuoso saludo: S.M. Don Juan Carlos I de España
P.D.: Con tanto tiki-taka estáis mareando mis reales pelotas. Coño, tirad a puerta. Un poquito de mala leche, por favor.
viernes, 18 de junio de 2010
El síndrome de la vuvuzela




lunes, 7 de junio de 2010
Acuarela
en una acuarela manchada de sol.
Aún recuerdo los ojos rebosando estrellas
bajo la noche límpida;
la brisa apoderándose de todos los silencios;
la cándida inquietud
que suscitaba lo invisible;
la dulce taquicardia
que nacía de evocar lo lejano o lo infinito.
Te recuerdo, pero no te reconozco.
Junto a una locomotora inmóvil y sin humo
yacen mustias dos flores amarillas
pintadas de acuarela,
en un trastero oscuro y olvidado,
rodeadas de imposibles.
miércoles, 26 de mayo de 2010
sábado, 15 de mayo de 2010
¿Dónde fueron a parar los botes salvavidas?
Sorpresa: fisura como la catedral de Burgos en la popa. El agua ya le llega al cuello a los infelices que bailan y cantan en el culo de nuestra amada U.E. mientras los privilegiados ocupan los pocos botes salvavidas antes de que se le mojen los zapatos. ¿Algún ingenuo pensaba que sería de otra manera? Permítanme el cordobesismo: "Por favó..." ¿Alguien tenía fe en que triunfase la unión de 27 estados, cada uno de su padre y de su madre, cuando en España existen problemas políticos internos entre comunidades autónomas de apenas veinte años de antigüedad? "Por favó..." ¿Pero queda alguno -no, en serio- que crea todavía en este circo de parlamentos, senados, bancos, tribunales, payasos y fonambulistas? "Por favó..."
Cojan el microscopio y analicen:
-Reino Unido: la gran isla. Nos adherimos a lo que nos interesa. El resto nos la pela. Ya tenemos la Commonwealth...
- Francia: aquí mando yo. Viva la diplomacia. Si os gusta bien, y si no, también. Porque yo lo valgo.
-Alemania: me apunto a todo. Mientras no se le toquen las narices a la gallina de los huevos de oro, todos contentos. Tenemos nuestro bote salvavidas con asientos de cuero y tele de plasma. Y otro bote más por si el primero falla.
-Italia: en cuanto pueda me borro. Nos gustaba todo más antes. Esperábamos ansiosos este momento. Es más, todos tenemos guardadas liras debajo del colchón para cuando el euro se vaya a la mierda.
-Grecia: doctor, no nos dolerá, ¿verdad? Nadie nos hacía caso hasta que el camarote se llenó de agua. Por la cuenta que os trae, achicad, achicad...
-Portugal y demás economías mediterráneas que a nadie le importan (véanse Chipre, Malta o Rumanía): como abra otro agujerito me los llevo a todos conmigo. Haberlo pensado antes de dejarnos subir a bordo.
-Centroeuropa: lo que diga la rubia. O sea, Alemania. Nada que decir, mamá nos cuida.
-Repúblicas ex-soviéticas: era esto o algo peor, así que aquí estoy. Esto de Europa nos suena a chino, pero el ruso nos suena alto y claro, sobre todo cuando nos dan por la popa... No, en serio, ¿de qué va esto?
-España: me jugué dinero prestado al blackjack y perdí. Pero no pasa nada, le pedimos prestado a otro y así lo devolvemos. ¿O nos lo jugamos también? ¡Porque "we love Europe"! ¡Viva la Unión! Aunque nosotros seamos 17 comunidades autónomas...
Este es el verdadero panorama, un ente político y económico que no se sostiene. Quizá si el barco lo hubieran hecho en los Astilleros de Cádiz...
jueves, 13 de mayo de 2010
Qué sé yo
qué sé yo de los mitos o la lluvia,
qué sé yo de la música o de los cuerpos,
qué sé yo de las rosas o los días,
qué sé yo del tiempo.
Quiero imaginar amaneceres
en playas ignotas y desnudas,
y pintarlos, y pintarme dentro,
como cuando era un niño.
Qué sé yo del amor o de los ríos,
qué sé yo del polvo o las estrellas.
Qué sé yo de las palabras adecuadas,
qué sé yo de vivir...
Si sólo soy un niño.
martes, 4 de mayo de 2010
Otro año que pasa
La calle es un enjambre de paraguas bocarriba.
Mira hacia abajo. Todo es una gran mentira.
¿Viste que el mundo es un engaño
de espejos inmóviles, y que el norte y el sur
son flechas que señalan a ninguna parte?
¿Viste? La gente se agarra al mundo.
Mira hacia abajo. Los edificios son
estalactitas de vidrio y cemento.
¿Viste qué gran truco de Dios?
Otro año que pasa. Aún estamos
sólo un poco más cansados.
Pero ya empezamos a intuir
la gran caída libre.
La cima es el suelo.
A todos algún día nos fallan las fuerzas,
o damos un traspiés,
y precipitamos hacia las estrellas.
jueves, 29 de abril de 2010
La espera
y todas las carrocerías
de todos los coches
se pintan de rascacielos bocabajo.
Uno espera.
Espera tanto, tanto...
se adormece con las notas de un piano.
Y se despierta. Sol. Destelllos metálicos
y ruido de acelerones y frenazos,
y coches pintados de cielo.
Chasquea los dedos: ya cambió
-ya no tiene sentido aquella espera-.
Ya cambió. Ya se zambulló de lleno
en el caos de ser alguien.
Un día viene nublado.
Lluvia. Tintineos metálicos,
silencio afuera y uno se adormece
con las gotas de un piano. Notas
acuáticas del cielo.
Los coches siempre fueron rojos,
o azules, o blancos, o negros, o grises,
o a cuadros escoceses.
Uno espera.
Espera tanto, tanto
de la vida... que se duerme,
y corre el riesgo de que no haya nada,
nada, ahí fuera para cuando despierte.
miércoles, 28 de abril de 2010
sábado, 27 de marzo de 2010
Milán
para realzar aún más sus piernas quebradizas.
Se contoneaba por una pasarela de sueños,
despertó en un burdel, cansada, desnuda
y sola.
Se rompió, como vidrio de aquella mesita
con restos de polvo blanco.
Ni las oscuras lentes de sus gafas de diseño,
ni el maquillaje de marca -obsequios
de algún sucio vendedor de quimeras-
camuflan ya las negras ojeras
que de flashes y lágrimas lleva tatuadas.
Nuevas tapas, viejos tacones
para una ciudad donde el éxito
y el fracaso
se cruzan desfilando
en mitad de una delgada pasarela.
Cada horizonte
deja algo más en mí
que una huella en el seso.
Una puerta se abre
y un nuevo olor se viene a los pulmones;
una nueva luz contrae las pupilas;
una confusa cantinela de nuevos sonidos
invade los oídos; el cerebro respira...
Cada horizonte que atravieso
es una nueva ciudad, un murmullo diverso,
una tez que da otro tono más a la gama
de mis experiencias, un tacto desconocido,
un universo cromático de iris inexplorados.
Cada horizonte que atravieso
roba un ladrillo al tiempo
y edifica la memoria.
Cada horizonte que atravieso
no me cambia: me construye.
martes, 2 de marzo de 2010
Verso
como adioses en una despedida.
Cada verso es un pedazo de mí que muere.
Y así, verso a verso, voy muriendo...
Tiempo
es la flor que se marchita.
No es la llama que se extingue:
es la vela que se consume.
No es el amor que muere:
somos nosotros que nos desvanecemos.
Hoy me acerqué a tus costas
y vi mil barcos encallados en tus ojos.
Me senté en la proa a contemplar tu ocaso.
Icé las velas y partí con la noche
para no volver nunca.
Las aguas más azules
son traicioneras.
Los mares más bellos
se tragan a los hombres.
Me has robado los sueños
esos que receloso guardaba junto al pecho,
dejando en su lugar una tirita y agua oxigenada.
¿Acaso sabes tú cómo curar las noches moribundas?
Me has quitado los sueños,
¿Y cómo lleno ahora esta casa, tan vacía,
tan llena de espejos y fantasmas?
Me has dejado alicatando el baño
con afiladas lágrimas de cerámica azul,
pintando las paredes con los dedos,
echando serrín al suelo
para secar los charcos que han creado
las goteras de tu desprecio.
Me has robado los sueños
y ahora me toca amueblar
de crudas realidades esta casa,
reconstruirme el alma
desde los cimientos.
Me has robado los sueños,
y no sé si debo odiarte,
o agradecértelo.
Perdónenme
la falta de talento,
la simplicidad en el verso
y en el alma.
Perdónenme
la cobardía, los sueños,
y todas las aspiraciones
que guardo en un cajón
lleno de nada.
Perdónenme
el haber querido ganar siempre,
el no saber encajar una derrota,
la soberbia que derrocho
y el miedo que me aflige.
Perdónenme
por haberme equivocado tanto,
y por haber acertado algunas tristes veces.
Perdónenme
por haberme creído libre,
más de lo que jamás lo fue ninguno.
Perdónenme
por haberme perdido en un mundo
que no existe, en una vida que no existe,
en un hombre que no existe.
Perdónenme
por haber querido ser alguien
y resultar no ser nada, ni nadie,
ni siquiera yo mismo.
viernes, 19 de febrero de 2010
He hablado tanto
a veces demasiado.
Y las palabras atan
-antes de hablar no lo sabía-
e igual liberan
-por eso sigo hablando-
a aquel que pone
el corazón en ellas.
Y las palabras dan
al justo la razón
o la arrebatan, justamente,
a aquel que de razón carece.
He hablado tanto,
a veces demasiado.
Hay quien quiso escuchar,
y yo lo aprecio.
Hay quien prefiere ignorar,
y no lo culpo.
Hay quien no pudo oír,
por eso me repito.
Hay quien viene a conversar,
y a ese llamo amigo.
He hablado tanto,
a veces demasiado.
Y las palabras atan o liberan,
dan la razón o la arrebatan
e igual hieren que consuelan.
Pero el silencio...
¡Es el silencio que mata!
miércoles, 17 de febrero de 2010
Versos vacíos
a hacer nudos de corbata
en mi cabeza.
Aquí me encuentro,
con la borla de una cometa
sin cuerda entre las manos.
Echa a volar una palabra,
y otra, y otra, y otra.
Ingratas partes de mí
que de mí escapan.
Aquí estoy, solo
una vez más,
mirando fotos viejas,
mordiéndome las uñas,
escribiendo versos vacíos
por no dejar en blanco
una página más
de la insulsa biografía
de mis pasiones.
miércoles, 10 de febrero de 2010
De barberos y periódicos
Entro, saludo a Giorgio que me responde navaja en mano con un clásico "come va? tutto bene?", cuelgo el abrigo y me siento a leer La Reppublica o La Stampa a elección del caballero que me precedía en la espera. Esta vez tocó el primero. ¡Ahí va, España en portada! "Spagna rischia più della Grecia". Olé ahí, los primeros en algo. En paro y en deuda pública. Casi nada... Al fin lo hemos conseguido, somos portada en todos los diarios internacionales y traemos a la UE de cabeza. ¿Ahora qué, listillos? ¿No era que España no tenía peso en la comunidad internacional? Pues toma dolores de cabeza que le estamos dando al Banco Central. Y eso que todavía el IBEX no había dicho "aquí estoy yo, cuidadito conmigo que os tengo una sorpresita...."
En páginas interiores encontramos un gráfico ilustrativo que me hizo reír más que las viñetas de Ibáñez. Para los torpes, comparación entre Grecia, España, Lituania y Estonia. Ahí, entre gigantes de la economía mundial. Uy, los últimos en crecimiento. Vaya, los primeros en desocupación. Menos mal, los primeros también en población. Y aquí viene el chiste: previsión para 2010, más recesión y más paro (sólo para España ojo, las otras CRECEN); previsión para 2011, "sin datos". Qué injusticia. O sea, que Grecia, Lituania y Estonia tienen previsiones y a nosotros ni eso. Estos periodistas cachondos... Puestos a mofarse podían haber cambiado el soso "sin datos" por un "sorpresa, sorpresa", o un "jodidilla", o un "se van a cagar", o un "no nos atrevemos, estos españoles son capaces de superar todas las previsiones". Bueno, como bien nos dicen nuestras madres, "no te creas todo lo que dicen los periódicos", y menos los italianos (esto es de cosecha propia). No se alarmen, la fuente de la noticia es un tal "Financial Times", con ese nombre qué va a saber, igual escribe hasta en inglés y el único traductor que había estaba de copas. Esas cosas pasan...
¿Y los griegos? ¿Qué van de guays? ¿Con la de escándalos que tenéis y nos venís a pasar un plan de contención del gasto público por las narices? Desde luego, qué poca personalidad, qué poco talante. "Uy uy uy que en la UE están mosqueadillos con nosotros, habrá que hacer algo ¿no?" ¡Pues no! Rajados comemusaka... Aprended algo de nosotros, ¡aprended a no hacer nada, joder! ¿Qué ha sido de la solidaridad mediterránea? Pero si no es tan difícil, se trata de cruzarse de brazos y verlas venir. Tanta medida, tanta medida... Si hubiesen esperado un par de días los hubiésemos invitado al Congreso de los Diputados (el nuestro), que al parecer había un seminario titulado "¡Ay, que tomo una medida! Que no, tonto...". En fin, el mundo se ha vuelto loco, hasta los griegos, esas gentes tranquilas y entrañables que siempre están ahí para consolarnos cuando vamos de culo, ahora se preocupan por nimiedades como esta.
Llegó mi turno. Justo cuando ahora que llegaba a la sección de deportes. "¿Cómo lo quieres, cortito?" Mejor déjalo como está, Giorgio, que ya se me caerá el pelo cuando vuelva a España...
domingo, 7 de febrero de 2010
Trolleys, crisis y otros cuentos
Me siento tentado a contar al detalle todas y cada una de las anécdotas, hazañas, paridas y cagadas que han llovido -o nevado- desde el mes de septiembre. Pero mejor será no aburrir a nadie e ir al grano. "Te cambia la vida", dicen los entusiastas; "Te abre la mente", dicen los progresistas; "Te cambia la visión del mundo", dicen los miopes; o "No veas las fiestas, qué 'pechá' de reir, de beber y de f...", que dice la gran masa ilustrada que campa por nuestras universidades. Y sí, dejando a un lado las circunstancias particulares de cada cual (que ya se sabe, no hay dos iguales, aunque muchos se parecen bastantillo), todos llevan razón. Sin embargo, como yo soy yo y mis circunstancias -y este es mi blog, faltaba más-, no me sale de los 'cachis' dejar aquí esta parrafada sin hacer una reflexión subjetiva (rara) y parcial (de mis partes) sobre lo que he aprendido/comprendido tras seis meses en la fría Turín. La buena noticia es que lo pienso hacer contando un solo momento de los vividos hasta la fecha, una pequeña conversación sobre trolleys, crisis y otros cuentos.
Cuatro europeos en un bar de Milán (y no es un chiste), cada uno de su padre y de su madre, con su profesión o sus estudios, dos que se van, uno que se queda -de momento- y otro que siempre ha estado aquí. "¿Cómo te mueves por tu ciudad?" preguntó el último. "En bus, en tranvía o en trolley", contestó uno de los que partía. "¿Qué leches es un trolley?" -esto lo pregunté yo, obviamente-. "Una maleta con ruedas", replicó la parte italiana del asunto. "No, no, no... es un medio de transporte", aseguró aquella chica con su acento marcadamente extranjero. "¿Y en qué consiste si no es mucho preguntar?", dije. Entre gestos explicativos poco clarificadores ella contestó: "Es una cosa que va...". Seguramente la muchacha tenía pensada una bonita continuación pero le falló el idioma, y cuando lo intentó con el inglés ya era tarde, el descojone estaba servido. "Camarera póngame un trolley, pero que venga solo", "yo también quiero ser un trolley", "no veas la hostia que me di el otro día con un trolley" y un largo etc. de cachondeos que acabó con los tres llorando de la risa mientras la cuarta parte, ajena a todo el asunto del trolley, hablaba por teléfono en su lengua materna.
No cabía otra q
¿Y qué tiene que ver todo esto con el propósito de este artículo? Muy sencillo: para aprender, primero hay que reconocer la propia ignorancia. Cuando veo a las masas de españoles moviéndose en manada (ojo, sin ofender, lo digo por el número), hablando nuestro querido castellano por cada rincón de la ciudad y en cada ángulo de todas las facultades, felices en su círculo perfecto vallado con una barrera cultural e idiomática insalvable, me pregunto cuántos "trolleys" se habrán perdido desde que están aquí.
Se habla de crisis, en cada telediario y en cada periódico. También aquí, aunque nosotros -españoles- desacreditamos todas las informaciones, ya que nuestro sistema es, sin duda, mucho más plural y objetivo. Qué digo... ¿Cuántos tenemos siquiera la competencia lingüística para leer un titular de un diario? Crisis, crisis, crisis. Pero nada es culpa nuestra... ¿qué podemos hacer nosotros, 40 milloncillos de nada, frente a una crisis económica a escala mundial? Obviamente lo mejor (o lo más español) es seguir en nuestra infeliz ignorancia y, si alguno viene a tocarnos las naricillas con la globalización, o el G8, o la OTAN, o la ONU, o la Santa Iglesia de Roma, nos echamos a la calle. ¡Quememos contenedores! ¡Hagamos pancartas! ¡Votemos a ZP! (uy, esto se me escapó, omítanlo que no me funciona el 'Delete'). En fin, que nos dejen en paz, que bastante tenemos con la pesada carga de haber descubierto América... Error, craso error. En vez de mandar al listillo de Colón con su arrogancia genovesa teníamos que haber mandado a Chaves, que hubiese vuelto cargado de oro, con una flecha en el culo y gritando "¡Ná, allí no hay ná, el mundo acaba en 'Andasulía'!"
Hace unos días me dí el gustazo de ver en versión original una obra maestra de Tornatore, "La leggenda del pianista sull'oceano". Narra la historia de un pianista portentoso que nació en un barco del que nunca descendió para pisar tierra firme. "Un piano tiene 88 teclas, conozco todas y cada una de ellas, y con ellas puedo tocar toda la música que quiero. Ahí fuera las teclas son infinitas, cómo elegir un camino, una mujer, una casa donde vivir... el mundo es un piano que yo no sé tocar". Y tal vez tenga razón. Tal vez sea un objetivo demasiado ambicioso tocar una sola melodía que suene medianamente acompasada en un teclado tan inmenso como el mundo. Tal vez sea mejor quedarse en casa, con los que hablan nuestra lengua, leen nuestros periódicos y comen cocido con pringá los domingos. El resto del mundo siempre estará ahí, para culparlo de todas las crisis pasadas y de las que vendrán. Más cómodo... y más español. Y que conste que esto lo digo desde el más profundo orgullo patrio y amor a mis raíces, a mi idioma y a mi gente.
A mi regreso alguno me preguntará si cumplí mis objetivos, si respondió a mis expectativas, si encontré lo que buscaba... Probablemente no. Pero ahora sé lo que es un trolley, y sólo por eso, ya mereció la pena.
sábado, 30 de enero de 2010
Nada aporta tu presencia
a esta ciudad inerte y anodina.
No eres la luz que le falta,
no rompes su estridente silencio
con tu andar pesado,
ni calmas el agitado viento
pese al vuelo de tu falda.
No son más grandes las plazas
porque tú las pisas,
tampoco te nota el alboroto
del mercado
si te mezclas en su encanto
de tumulto mudo.
No acristalas las ventanas
de la vieja fábrica
cuando posas la retina
sobre las ajadas vigas,
ni destruyes su sombra
de fantasma industrial
en las aceras.
No es tu abrigo azul
que colorea los autobuses,
ni tus manos que moldean
las estatuas que coronan
todas las glorietas.
No eres tú el horizonte
de las avenidas,
ni el raíl de todos los tranvías
rotos, perdidos.
Nada aporta tu presencia
a esta ciudad que se marchita,
y sin embargo,
cuánto pesa en sus calles
el vacío que has dejado.
lunes, 25 de enero de 2010
Nieva
son un lejano escuadrón de paracaidistas,
una blanca invasión aérea que se mece
portando consigo un aluvión de miedos
y una pregunta que encontrará respuesta
en las escarchadas copas de los pinos
o en el cálido suelo que, hostil,
espera su momento.
Nieva, y desde el balcón los copos
son los restos de un ángel roto por dentro,
cenizas fractales de un desliz de humanidad,
de grávidas pasiones sin un lugar en el éter
que se desgarran del alma y vienen a morir
en un mágico funeral de hielo al mundo.
Algunos lo contemplan, desde el balcón,
buscando una respuesta.
viernes, 22 de enero de 2010
martes, 19 de enero de 2010
Sueño de vida
deja caer su luz infantil y la desliza travieso
a lo largo de la almohada hasta alcanzar el rostro.
Aún adormentado lo sospecho, lo espero
como cada día quince minutos antes que el despertador
anuncie una fecha y narre el titular de la mañana.
El olor a café expreso es casi visible, seguro palpable
-lo atraigo con las manos hacia la nariz y lo retengo
en una profunda bocanada de aire que me llena el pecho-.
Frotándome los ojos alcanzo la cocina, ignoro aquella nota
que yace junto a un bolígrafo azul mordisqueado.
Reacciona el inconsciente con un amago de sonrisa;
sutil e imperceptible se viene una cosquilla
a la comisura izquierda de los labios.
Remuevo el azúcar del café lenta e incesantemente,
en sentido contrario a las agujas del reloj,
como hago siempre, y me pierdo en la vista marítima
que se contempla tras los cristales, en el azul intenso
del agua, en la perfecta cadencia de sus ondas...
Escribo el último verso de un poema inacabado.
Cierro los ojos un segundo. Saltó el despertador:
"Buenos días Turín, veinte de enero de dos mil diez,
las ocho en punto en esta nublada mañana de invierno..."
lunes, 18 de enero de 2010
Arcoíris en el metro
sórdidos agujeros carentes de humanidad,
amasijo de hierro, cemento y carteles publicitarios,
melancólico acordeón que de viejo desafina,
oscuras venas colapsadas de inviernos,
parroquia donde reza el alma urbana.
Un asiento de madera y metal espera tu llegada.
Lo acaricias, lo vences -nada más frío que tus manos
en un día como este-. Te relajas, respiras al cristal
y escribes en el vaho la letra de una canción
que sólo tú conoces. Tarareas, me sonríes
y comienzas a buscar arcoíris en el metro.