jueves, 29 de abril de 2010

La espera

Un día sale el sol
y todas las carrocerías
de todos los coches
se pintan de rascacielos bocabajo.
Uno espera.
Espera tanto, tanto...
se adormece con las notas de un piano.
Y se despierta. Sol. Destelllos metálicos
y ruido de acelerones y frenazos,
y coches pintados de cielo.
Chasquea los dedos: ya cambió
-ya no tiene sentido aquella espera-.
Ya cambió. Ya se zambulló de lleno
en el caos de ser alguien.

Un día viene nublado.
Lluvia. Tintineos metálicos,
silencio afuera y uno se adormece
con las gotas de un piano. Notas
acuáticas del cielo.
Los coches siempre fueron rojos,
o azules, o blancos, o negros, o grises,
o a cuadros escoceses.
Uno espera.
Espera tanto, tanto
de la vida... que se duerme,
y corre el riesgo de que no haya nada,
nada, ahí fuera para cuando despierte.