miércoles, 30 de marzo de 2011

Silencio

El atardecer se ha desvanecido
y aún no he dicho una palabra.
Me he quedado mirando
una partícula de tiempo perdida
en el espacio infinito que delimitas
con las manos.
Recordé otras luces que creí eternas
e igualmente expiraron dando paso
a mil noches de lunas confinadas.
Guardo silencio aunque sé que tengo en la voz
la llave de la celda donde cumplen condena
todos los imposibles.
Encierro otro quizás y regreso a mis sombras.
El día ha vencido
y aún no he dicho una palabra.

lunes, 14 de marzo de 2011

Nueva invención

Bienvenida a mi alucinación,
al inmenso mundo de dos calles
donde todo puede suceder
del pecho para adentro.

Ahora puedes ver la marea de cornisas
rebosantes de lluvia
salpicando arcoiris
sobre nuestras cabezas.

Ahora puedes ver las bandadas de gente
desde las alturas, dibujando prismas
con sus paraguas de colores,
convirtiendo el suelo
en un gran caleidoscopio.

Bienvenida a la caótica coreografía
de mi universo danzante.

Ahora sabes el porqué de la mirada ausente,
ahora entiendes por qué sufro
cuando me empujáis a la normalidad
y me arrancáis de la poesía.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Una tarde para olvidar(te)

Me pareció verte pasar, reflejada
en el espejo turbio de la barbería.
Razoné: "no está aquí, se fue;
volvió a refugiarse en su morada de niebla".
Aquella tarde tocaba un cuarteto de jazz
y había un hombre con un gorro siberiano
montando en bicicleta. Era propicia.
Me propuse desaparecerte
removiendo tu recuerdo con una cucharilla,
disolviéndolo en un café de más,
postrero chivo expiatorio de mi insomnio.
Pero de vuelta a casa continué leyéndote
en el prospecto de cada medicina necesaria,
y te me parecías a los extras de todas las películas,
y a la presentadora del informativo.
Comencé a hablar solo -o eso piensan los vecinos-.
Hice cena para dos.
Serví dos copas de vino.
Ya habrá otra tarde,
muchas otras tardes más para olvidarte.