miércoles, 4 de noviembre de 2009

Amantes a la fuga

Sus miradas se encontraban cada día a las seis de la tarde
en algún punto del cristal de aquel escaparate.
Se buscaban a lo largo del vidrio confundidas
entre marcas y precios de zapatos de fiesta.

Alguna vez sintieron sus respiraciones o el aroma
agridulce resultante de la mezcla de sus perfumes.
Pero nunca ninguno giró la cabeza, ninguno
miró nunca de reojo, ninguno habló. Nunca.

Día tras día se encontraban sus miradas a las seis
en algún punto del cristal de aquel escaparate.
Sus cuerpos se fueron vaciando de vida,
de amor, de tiempo, de muerte y de alma.

Desaparecieron. Sus nombres coincidieron
por primera vez unidos en una lista de la policía,
ignorando el uno las sílabas del otro,
tan intencionadamente extraños.

La prensa publicó el testimonio de un empleado
de aquella zapatería y titularon "Amantes a la fuga".
Un poeta reescribió: "dos reflejos, dos espectros, un amor
para siempre congelado en el cristal de un triste escaparate".