jueves, 17 de diciembre de 2009

Te he soñado

Te he soñado en una playa lejana y fría,
con los pies desnudos enterrados en la arena
y la mirada clavada en los resquicios de la tarde,
derramando tu palidez incontestable
sobre la tímida luz que baña aquellos mares,
misteriosa, ladina, imperturbable.
Latidos de viento oxigenaban tu eterna languidez,
también la de tu pelo, que caía sobre los ojos
impasibles, casi cristalizados, perpetuos.
Me ha despertado la caricia glacial de tus manos
y me he adormentado nuevamente.
Estás tan cerca, y es sólo en sueños que te alcanzo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Penélope

No encontraré el camino, Penélope.
No destejas las noches, no esperes.
Huiré, como hice siempre, tan cobarde,
tan míseramente lúcido,
tan trágicamente exento de locura,
avergonzado por dentro,
náufrago en las heladas aguas
del conformismo y el miedo
-edema agudo del alma-.
No mires al mar, Penélope.
No me busques en las nubes.
Yo seguiré perdido y derrotado,
en algún lugar sin vida,
refugiado en la memoria,
echándote de menos.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Amantes a la fuga

Sus miradas se encontraban cada día a las seis de la tarde
en algún punto del cristal de aquel escaparate.
Se buscaban a lo largo del vidrio confundidas
entre marcas y precios de zapatos de fiesta.

Alguna vez sintieron sus respiraciones o el aroma
agridulce resultante de la mezcla de sus perfumes.
Pero nunca ninguno giró la cabeza, ninguno
miró nunca de reojo, ninguno habló. Nunca.

Día tras día se encontraban sus miradas a las seis
en algún punto del cristal de aquel escaparate.
Sus cuerpos se fueron vaciando de vida,
de amor, de tiempo, de muerte y de alma.

Desaparecieron. Sus nombres coincidieron
por primera vez unidos en una lista de la policía,
ignorando el uno las sílabas del otro,
tan intencionadamente extraños.

La prensa publicó el testimonio de un empleado
de aquella zapatería y titularon "Amantes a la fuga".
Un poeta reescribió: "dos reflejos, dos espectros, un amor
para siempre congelado en el cristal de un triste escaparate".

jueves, 1 de octubre de 2009

Nunca pensé que fuese tan difícil

La soledad es aquí y ahora como el cielo de la tarde,
pesado, triste y amenazante.
No hay válvulas de escape en las mañanas soleadas,
ni en la pobre iluminación nocturna,
tampoco en los coloristas smart que recorren la ciudad
como una fila de chinchetas.

El tiempo pasa piano piano, tanto que se detuvieron
las agujas del reloj de la cocina
más por la falta de inercia que por la pila agonizante.
Horas muertas en las que el seso
no cesa y se cocina a sí mismo entre elucubraciones.
La testa no transpira.

La ropa tendida en la terraza se burla mientras tanto,
húmeda y fría se divierte
cuando mis manos comprueban la cruel obviedad
de la impotencia humana.
La lavadora quedó suspendida en el seis para siempre.
Yo me muevo. Transito.
Nunca pensé que fuese tan difícil mirar hacia adelante.

domingo, 27 de septiembre de 2009

La incesante llovizna (Me falta Andalucía)

Aquí la incesante llovizna
vierte sobre la ropa un pesado manto de profunda nostalgia
del cual es imposible desembarazarse.
La propia voz se vuelve extraña, cansada, ronca;
perdida la mirada en espacios vacíos de contenido,
en oníricas pesquisas, en recuerdos fingidos,
en imaginarios remansos de deseo.

La identidad se atenúa, la alegría se dispersa:
ya no hay coches de caballos,
no hay camisas pastel ni carcajadas,
no hay plazas abarrotadas, ni escotes abundantes.
No hay cielos azules en las fotos, no hay rayo de luz
que haga fruncir el ceño,
la gente parece tan solitaria sin su sombra...

Quizá sea la ciudad, quizá el otoño.
Quizá sea uno mismo, quizá los demás.
Quizá sea esta llovizna incesante con su manto de nostalgia.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Turín

Colinas verdes desfiguradas por la grisácea neblina
se apostan a los flancos de la pétrea Turín momificada
salpicando de bosque el horizonte de las rectas avenidas.
Se hace fuerte el río en el este, eternamente sostenido
por los sólidos pilares de puentes curvilíneos.
Al oeste, las mañanas despejadas dejan entrever
la colosal amenaza de la gélida blancura alpina.

Una vidriera étnica atraviesa veloz la cuadrícula urbana,
frenéticos sus pasos y ropa oscura en movimiento firme,
café solo desde la barra y continúa la intensiva jornada.
Las nubes asesinan el atardecer y cae la noche súbita.
Se vacían los pórticos, se llenan los autobuses
y quedan tan sólo algunas gotas de juventud dispersas.
La oscuridad abre una compuerta y veloz se vierte el frío.

Turín nace y muere cada día.
Siempre la misma, siempre tan distinta.

miércoles, 29 de julio de 2009

Las búsquedas y los caminos

Antes, cuando iba en el autobús acercaba el oído a aquellas conversaciones que me llamaban la atención, bien por el tono, bien por el tema, o bien por la curiosidad que suscitaban en mí los personajes participantes. Resultaba como ser el espectador de una performance teatral, de un reality o algo parecido. Algunos de los actores de reparto me hacían gracia, otros despertaban en mí un cierto sentimiento de rechazo, otros eran atrezzo que por sus formas captaban mi mirada -y lo siguen haciendo-, y otros figuras interesantes -que no figurantes- a los cuales admiraba en mi completo desconocimiento por su determinación, su aparente vida modélica, la seguridad de su expresión -y de su billetera en ocasiones- o lo apasionante de su discurso.

Si hacemos montoncitos de gente -cosa no demasiado difícil dada la densidad poblacional del autobús-, podríamos separar a todos estos actores de reparto según su manera de entender la vida. Para la mayoría, la vida es la búsqueda de la felicidad. Ésta, para unos, responde a unos cánones establecidos, a unos estadíos por los que se transita a base de constancia, empuje y tesón. Para otros no existe búsqueda, ya que la felicidad o la infelicidad sale a su encuentro como un tren de mercancías, inevitable y rotunda. Beso a beso u hostia a hostia, la vida los mima o los mamporrea a su antojo. Otros son conscientes de que la vida es una búsqueda constante pero son demasiado vagos como para emprenderla, así que las ven venir, como los anteriores pero voluntariamente. Y otros están demasiado cansados de buscar y deciden colocarse para tener una sensación parecida a aquella que nunca encontrarán sin química.

Luego quedan aquellos que entienden esto de la búsqueda, que intuyen eso otro de la felicidad, pero que no tienen ni pajolera idea de qué narices buscan, y por tanto no saben por dónde narices seguir buscando. Y al verme reflejado en los cristales empañados del autobús me dije: "hey, yo estoy en ese montoncito, pero no soy espectador, ni siquiera figurante, !soy el prota!". Menuda jodienda, pasé de espectador a protagonista en un solo plano, en un primer plano implacable -con la cabeza pegada al cristal es imposible que vea otra cosa en primer plano que no sea mi reflejo-.

Así que ahora, cuando voy en el autobús, olvido a los extras y subo el volumen del mp3. ¡Joder! ¡Tengo un guión que llevo 24 años escribiendo sin saber adónde va! Pongamos las cosas en orden. ¿Qué busco? Este... esto es fácil... lo sé pero no sé si sabría explicarlo... pero tú me entiendes, ¿no? Vale. NPI. ¿Dónde lo busco? ¡Cojones si no sé lo que busco! ¿Qué hago? ¿Voy a la panadería y pido un par de mocasines del 40? ¡No tiene sentido!

Entonces me dí cuenta. No voy a saber qué busco hasta que lo encuentre. Me gustaría ser del montoncito de los que lo tienen claro, de los decididos, de esos a los que todo el mundo envidia por su determinación. Pero como diría el Bosé, "es mi vida, no puedo cambiar...". Así que en esta tesitura lo mejor -creo- es buscar dónde no has buscado antes. La primera vez que visitas el Coliseo, después de verlo en películas, reportajes y postales, parece que se hace más pequeño con cada paso que das, con cada piedra que reconoces. Igual que un estadio de fútbol. Algunas veces sucede lo mismo con nuestro entorno. Mientras nos es desconocido parece inmenso, infinito, lleno de lugares y gente por conocer, de anécdotas por venir, de experiencias por ofrecernos. A medida que lo vamos exprimiendo y bebiendo el jugo (los que saben aprovecharlo) se va haciendo más pequeño y tedioso, más insípido.

Llegado ese momento, para los impacientes como yo, mejor hacer maletas que cruzar los brazos (como ya dije no soy de los que persisten). No sé dónde me llevará esta huída hacia delante, ni siquiera si encontraré lo que busco. Como no sé lo que busco, tal vez lo encuentre y pase de largo. O tal vez, incluso, lo haya encontrado ya pero no lo haya visto. Quién sabe, a lo mejor, dentro de unos años, cansado ya de buscar, decida desandar el camino y volver al inicio, como Toto en Nuevo Cinema Paradiso. En cualquier caso espero que a mi guión le queden muchas páginas por escribir antes de que yo mismo conozca el final. Próxima parada: Turín.

jueves, 23 de julio de 2009

A falta de imágenes veraniegas

Había cambiado colores y fotos, había dado esquinazo intencionado al blanco y negro y llenado de calidez estival esta pantalla. Pensaba dar al verano lo que es del verano, fotos de sonrisas y playas llenas, de atardeceres en pueblos que aún no conozco, de amigos compartiendo tiempo y aficiones.

Aunque este trasiego, este ajetreo físico y mental que me lleva y me trae por las avenidas cordobesas -aún no tan vacías como estarán- me ha hecho volver al blanco y negro, a los recuerdos de un año que para mí acabó un treinta de junio, lo cierto es que queda verano todavía. Si la merecida solución de las cosas que han de solucionarse acaba por asomar las orejas (que lo hará), por delante hay un mes que traerá color, y blanco y negro, y prosa, y versos, y recuerdos que preferiré no confesar.

Al menos hasta el catorce de septiembre, cuando termina este año de dos meses y medio, este paréntesis vital, este letargo veraniego, el blog seguirá en escala de grises. Al fin y al cabo, el blanco y negro nunca pasa de moda...

Recuerdo

martes, 23 de junio de 2009

Neda

Su pecho se partió en dos.
Se desdibujó suave su silueta entre la multitud,
y como un pañuelo de seda mecido por el viento,
cayó sobre el asfalto.

Mientras su aliento se extinguía,
su mirada quedó helada, fija en un lugar entre ella
y el paraíso. Su alma se reflejó por última vez
en el vidrio negro de sus ojos.

Lejos del vacío, al expirar
su rostro fue una bocanada de vida,
una explosión universal de esperanza,
una mano tendida a la humanidad.

Su latido se desvaneció,
pero como una estrella que muere,
Neda es ahora una nebulosa de libertad y justicia
que dará luz y belleza al mundo para siempre.

lunes, 8 de junio de 2009

La noche del zapato anfibio

"¿Dónde vas con las chanclas con el frío que hace?" Así comenzó la noche. Un trío pintoresco y una decisión unánime. Un fatigoso paseo agravado por el cansancio acumulado de una dura semana, tan sólo mitigado por la refrescante idea de un cubo de hojalata donde se sumerge una veintena de botellines de cerveza helada. Poca fe, pero mucha actitud.

Y a medida que las tres filas de botellines linealmente dispuestas ganaban terreno a la mesa, la conversación se hacía más profunda, íntima, llena de matices excitantes, de un erotismo casi místico (extrañamente cercano a la más mundana pornografía explícita). El clímax de la plática se acercaba conforme el bar quedaba vacío. Como un catalizador orgásmico, la camarera acabó con aquella orgía verbal al invitarnos amablemente a salir -era hora de cerrar-. Probablemente ignoraba (o no) qué clase de pensamientos rondaba nuestras cabezas y salía por nuestras bocas en forma de obscenidades cuando optó por el acercamiento y el contacto físico en lugar de levantar el tono desde detrás de la barra. Seguramente nadie le había explicado (o sí) que una camarera atractiva cerrando las persianas del bar y apagando las luces para luego avecinarse a la mesa donde tres amigos beben es el sueño erótico de todo asiduo de los bares nocturnos. Pobre chica. O no, al menos no lo parecía cuando pedía "un hombre fuerte" que le bajase la persiana. En realidad, una auténtica artista de la proxémica, una eficiente máquina de manipulación, una experimentada vendedora de sueños.

Luego una cartera extraviada y unos buenos samaritanos honrados sólo a medias -esta vez no hablo de nosotros-. Curioso comportamiento. Mi conciencia me permite vaciarla de dinero pero el carné... el carné lo devuelvo. ¿Esto es ser medio-honrado o medio-chorizo? Ya se sabe, unos ven la botella medio vacía, y otros vacía del todo. ¿O no era así? En cualquier caso nosotros no dejamos ni una gota en aquel bar.

Estaba claro que una noche como aquella, que se había planteado de una manera algo difusa, laxa, y que poco a poco había ido ganando enteros para convertirse en una historia que recordar en la próxima reunión clánica de neandertales (nosotros), no podía estancarse a la salida de aquel antro. Así que ni cortos ni perezosos, nos pusimos en marcha y dimos con nuestros huesos en ese pub que siempre está de camino. Ahora el éxtasis no se encontraba en la conversación, sino en la música de los noventa que nos incitaba a comportarnos como adolescentes. En realidad nosotros apenas éramos púberes a finales de los noventa, pero por alguna extraña circunstancia hay temas que se convierten en imaginario de la adolescencia y pasan de generación en generación, como un legado simbólico que nunca pasa de moda.

Dos cervezas más tarde emprendemos el camino de regreso, esa travesía por calles desérticas que siempre deja una anécdota para la historia. Nos detuvimos a despedirnos en el punto en que los tres nos separábamos. El regazo de una fuente de piedra nos ofreció su descanso, y allí fuimos a plantar nuestros traseros durante unos minutos. Recopilación de hechos memorables y fin de fiesta. Unas piernas cruzadas y una chancla que se relaja y se deja vencer por la gravedad. Una invitación casi perversa para un amigo con síntomas de embriaguez. Como no podía ser de otra manera, aquel zapato voló... y cómo voló: impulso y doble mortal adelante para esquivar el tardío intento de cazarlo, entrada perfecta y zambullida sublime. Seguramente no sea el primer zapato que aprende a nadar, pero sí el que más se recreó en su aventura. Sorprendente la velocidad a la que se secó posteriormente. Buen calzado amigo. Indudablemente anfibio.

Como una historia bien cerrada, la memorable velada acabó igual que comenzó, con un curioso calzado como protagonista. Saludos compañeros.

jueves, 4 de junio de 2009

Verano en el interior

El termómetro recupera esa pizca de protagonismo que todos los años por estas fechas lo hace noticiable. Esas dos cifras color naranja que ahora ocupan minutos en el telediario por lo novedoso, dentro de un mes lo harán por la falta de personal en las redacciones. Mientras hoy hacen las delicias de los turistas, dibujándoles una ridícula sonrisa como la de un niño que va al zoo por primera vez, a mitad de agosto esas mismas columnas de dudosa estética -más un soporte publicitario que una necesidad informativa- se convertirán en los reyes absolutos de las grandes avenidas y de las glorietas sin sombra, y su testimonio tan sólo será recogido por algún becario desafortunado -tal vez ni eso, para algo están las imágenes de archivo-.

Lo cierto es que el minúsculo espacio dedicado al panel de los numeritos en la piruleta gigante del termómetro urbano, poco a poco acabará por confinarnos en nuestras casas, al consuelo del aire acondicionado o de un ventilador que no alcanza las revoluciones que nos gustaría. Las noches no son, como pudiera pensarse, una tregua en esta guerra de desgaste entre progreso y medio ambiente. Con casi treinta grados el fresco algodón de unas sábanas de toda la vida, de las que restallan al sacudirlas antes de plancharlas y que al tacto producen cierta dentera parecida a la de unos jeans, se empapan de tal forma que la fricción del cuerpo provoca el mismo ruido que el cristal de una ventana al frotarla con una bayeta húmeda.

La ciudad se irá haciendo más pequeña, tanto como una habitación cerrada a cal y canto, y la desesperación más grande a medida que avancen las semanas. El inconsciente se rebelará y traerá consigo su máquina de tortura, para llenar nuestra cabeza de pensamientos agobiantes, de recuerdos embarazosos y disquisiciones infructuosas, que finalmente se manifestarán en un deseo irrefrenable de huida a cualquier parte.

Dos consejos para sobrevivir a esta calentura psicológica estival: uno, cuando haya ganas de huir y dinero para hacerlo, huye; y dos, ten un proyecto para cuando el termómetro baje de los veinte grados, y evádete imaginando qué ocurrirá el próximo otoño. Yo pienso hacer ambas cosas. Ya os contaré qué tal me ha ido en este espacio que renueva nombre y aspecto. Espero que participéis, los que como yo padecéis el verano en el interior, y los afortunados que puedan animarnos con un soplo de brisa marítima.

Un saludo a todos, especialmente a aquellos amigos que también van a chupar Córdoba en verano. Sin duda vais a protagonizar muchas líneas de este blog. Hasta la próxima.

sábado, 2 de mayo de 2009

Blues de una noche

La noche fue un blues
tocado por el silencio.

El parpadeo acíclico
de un farol inadaptado.
Una persiana desgarrada
llueve sobre sí misma.
Una sirena lejana.

Un grifo mal cerrado
se desangra en soledad.
Un vaivén de visillos
y siluetas sombrías.
Una luz delatora.

Una tubería ronca
que grave se lamenta.
El chasquido de la chapa
de un coche que se enfría.
Un tacón sin tapa.

El paso intermitente
del camión de la basura.
El aliento trémulo
de una falsa acacia.
Un grillo escondido.

La noche fue un blues
tocado por el silencio.

lunes, 27 de abril de 2009

Una gota de lluvia resbaló por tu mejilla

Una gota de lluvia resbaló por tu mejilla.
Como una lente de agua descubrió el surco

entonces oculto que limita una sonrisa

con aspiraciones de infinito.


La tibieza de la piel se apoderó de su esencia acuática

quedando ligera y dócil ante la gravedad.

Se detuvo en la comisura de los labios apenas una décima,

recorrió furtivamente, recreándose, el lívido desfiladero
que separa tu boca del abismo de todo lo demás.


Despertó un escalofrío eléctrico, como un beso inesperado

que derivó en una mueca homicida.

Se precipitó al vacío inhóspito que dejas tras tu paso

y fue a morir sobre las gélidas aceras

de una ciudad que ya nunca sería la misma.


Una gota de lluvia resbaló por tu mejilla

y fue una lágrima huérfana de tus ojos

buscando amparo fuera de la tempestad.
Durante un instante la lluvia tuvo alma,
y estuvo enamorada.

domingo, 26 de abril de 2009

A tumba abierta

Ya se acabó el verso azucarado de metáforas luminosas

y artificio de palabras acarameladas.

Ya se acabó la leche condensada en este café arrítmico

de talento descafeinado y coñac barato.

Ya se acabó la galantería dieciochesca, la vena becqueriana,

el estrafalario argumento de la primavera.


Ya se acabó la mentira perfumada que enmascara el hedor

de una verdad podrida y descompuesta.

Ya se acabó el susurro ebrio de traición poética destilada,

el principio de soneto de promesas incumplidas

que no llegó al primer terceto.


Ya se acabó tirar a dar con arcabuz y pólvora mojada,

y con balas blindadas al cielo disparar injurias.

Ya se acabó la tuna, las flores y la correspondencia

con un verso de Neruda en el posdata.


Hoy arriesgo a escribir a pecho descubierto,

a jugarme el resto sin mirar las cartas.

Hoy comienzo a vivir y a amar a tumba abierta.

Hoy tiro de orgullo. Para quien tenga agallas,

la apuesta está sobre la mesa.

martes, 24 de marzo de 2009

Casablanca

As time goes by...
Casablanca quedó vacía y Rick despedazado,
retales de un galán de copa y cigarrillos.

As time goes by...
Nada queda para Rick en Casablanca.
De todos los lugares del mundo,
ella apareció en mi bar,
con su guión de película lacrimógena
y su eterna mirada de cine.

As time goes by...
Casablanca y Rick's Café se desvanecen.
Un fugitivo del amor más en el mundo.
Otra ciudad que Rick no volverá a pisar.

Lo eterno, lo efímero, lo sacro

miércoles, 4 de marzo de 2009

Visión mística en una fría mañana

Johnny "El Vengador"


Johnny bajó de su Ford gris.
La puerta descolgada, los cristales
[destrozados,

una hilera de balazos adornando la chapa
de la puerta trasera.
Llaves puestas y en doble fila,
allí quedó como un monumento
[improvisado.


Johnny bajó de su Ford gris.
La mirada perdida, cristalizada, brillante,
el semblante metálico e inexpresivo
de foto de carné.
Los músculos agarrotados, el paso robótico,
su fusil estrangulado entre las manos,
la respiración profunda y el latido hueco,
la boca desértica.

Johnny bajó de su Ford Gris,
se avecinó a aquella taberna maldita
y desató su enajenación a culatazos
contra los cristales.
Su coche quedó allí, inmóvil, deshauciado,
como un justo homenaje a Johnny
y a sus hinchados atributos.

jueves, 26 de febrero de 2009

Visiones en ciudad


La tarde se cierne
como una amenaza muda.

La ciudad huye,
se pierde dentro de su telaraña urbana,
se esconde detrás de extrañas perspectivas,
de ángulos imposibles.

Las proporciones se han eliminado;
la plasticidad de la piedra es un hecho;
los metales han cobrado vida y mueren
derretidos al calor de su nueva esencia.

La tarde ha caído
y la ciudad se ha fugado
dejando en su lugar un espejismo.

lunes, 23 de febrero de 2009

Bienvenidos

Os doy la bienvenida a esta pequeña cajita de ideas impresas en pantalla. La falta de talento es una compañera más de viaje para muchos, pero nunca ha de ser una frustración permanente, ya que somos nosotros, la gran masa carente de genialidad, los que inspiramos con nuestras pequeñas historias anónimas a los abanderados de la pluma.

Aunque falto de brillantez, espero que este blog sea un espacio de inspiración para todo el que desee encontrar a su loco interior, a su mitad obscena y descontrolada, con su fantástica mirada caleidoscópica.