sábado, 30 de enero de 2010

Nada aporta tu presencia

Nada aporta tu presencia
a esta ciudad inerte y anodina.
No eres la luz que le falta,
no rompes su estridente silencio
con tu andar pesado,
ni calmas el agitado viento
pese al vuelo de tu falda.
No son más grandes las plazas
porque tú las pisas,
tampoco te nota el alboroto
del mercado
si te mezclas en su encanto
de tumulto mudo.
No acristalas las ventanas
de la vieja fábrica
cuando posas la retina
sobre las ajadas vigas,
ni destruyes su sombra
de fantasma industrial
en las aceras.
No es tu abrigo azul
que colorea los autobuses,
ni tus manos que moldean
las estatuas que coronan
todas las glorietas.
No eres tú el horizonte
de las avenidas,
ni el raíl de todos los tranvías
rotos, perdidos.
Nada aporta tu presencia
a esta ciudad que se marchita,
y sin embargo,
cuánto pesa en sus calles
el vacío que has dejado.

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