Cada horizonte que atravieso
deja algo más en mí
que una huella en el seso.
Una puerta se abre
y un nuevo olor se viene a los pulmones;
una nueva luz contrae las pupilas;
una confusa cantinela de nuevos sonidos
invade los oídos; el cerebro respira...
Cada horizonte que atravieso
es una nueva ciudad, un murmullo diverso,
una tez que da otro tono más a la gama
de mis experiencias, un tacto desconocido,
un universo cromático de iris inexplorados.
Cada horizonte que atravieso
roba un ladrillo al tiempo
y edifica la memoria.
Cada horizonte que atravieso
no me cambia: me construye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario