Nuevas tapas, viejos tacones
para realzar aún más sus piernas quebradizas.
Se contoneaba por una pasarela de sueños,
despertó en un burdel, cansada, desnuda
y sola.
Se rompió, como vidrio de aquella mesita
con restos de polvo blanco.
Ni las oscuras lentes de sus gafas de diseño,
ni el maquillaje de marca -obsequios
de algún sucio vendedor de quimeras-
camuflan ya las negras ojeras
que de flashes y lágrimas lleva tatuadas.
Nuevas tapas, viejos tacones
para una ciudad donde el éxito
y el fracaso
se cruzan desfilando
en mitad de una delgada pasarela.
Antoñito, no te vamos a decir cuál es tu regalo de cumpleaños...ja,ja,ja...te odio
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