jueves, 4 de junio de 2009

Verano en el interior

El termómetro recupera esa pizca de protagonismo que todos los años por estas fechas lo hace noticiable. Esas dos cifras color naranja que ahora ocupan minutos en el telediario por lo novedoso, dentro de un mes lo harán por la falta de personal en las redacciones. Mientras hoy hacen las delicias de los turistas, dibujándoles una ridícula sonrisa como la de un niño que va al zoo por primera vez, a mitad de agosto esas mismas columnas de dudosa estética -más un soporte publicitario que una necesidad informativa- se convertirán en los reyes absolutos de las grandes avenidas y de las glorietas sin sombra, y su testimonio tan sólo será recogido por algún becario desafortunado -tal vez ni eso, para algo están las imágenes de archivo-.

Lo cierto es que el minúsculo espacio dedicado al panel de los numeritos en la piruleta gigante del termómetro urbano, poco a poco acabará por confinarnos en nuestras casas, al consuelo del aire acondicionado o de un ventilador que no alcanza las revoluciones que nos gustaría. Las noches no son, como pudiera pensarse, una tregua en esta guerra de desgaste entre progreso y medio ambiente. Con casi treinta grados el fresco algodón de unas sábanas de toda la vida, de las que restallan al sacudirlas antes de plancharlas y que al tacto producen cierta dentera parecida a la de unos jeans, se empapan de tal forma que la fricción del cuerpo provoca el mismo ruido que el cristal de una ventana al frotarla con una bayeta húmeda.

La ciudad se irá haciendo más pequeña, tanto como una habitación cerrada a cal y canto, y la desesperación más grande a medida que avancen las semanas. El inconsciente se rebelará y traerá consigo su máquina de tortura, para llenar nuestra cabeza de pensamientos agobiantes, de recuerdos embarazosos y disquisiciones infructuosas, que finalmente se manifestarán en un deseo irrefrenable de huida a cualquier parte.

Dos consejos para sobrevivir a esta calentura psicológica estival: uno, cuando haya ganas de huir y dinero para hacerlo, huye; y dos, ten un proyecto para cuando el termómetro baje de los veinte grados, y evádete imaginando qué ocurrirá el próximo otoño. Yo pienso hacer ambas cosas. Ya os contaré qué tal me ha ido en este espacio que renueva nombre y aspecto. Espero que participéis, los que como yo padecéis el verano en el interior, y los afortunados que puedan animarnos con un soplo de brisa marítima.

Un saludo a todos, especialmente a aquellos amigos que también van a chupar Córdoba en verano. Sin duda vais a protagonizar muchas líneas de este blog. Hasta la próxima.

13 comentarios:

  1. Me gustaba más la otra cabecera de la página, Antonio. Por lo demás, me gusta leerte y saber que estás bien. Un saludo!

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  2. Igualmente artista. Me gusta seguir tu blog y ver cómo cada día eres mejor diseñadora. Sigue así. Mucho ánimo y suerte. PD: Es normal que esta cabecera te guste menos, porque en la otra estaba yo... jijiji. Es broma. Buscaba un aspectillo más veraniego y menos bohemio. Si Dios quiere, en pocos meses habrá nueva cabecera con los Alpes al fondo.

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  3. O los que vamos a chupar Lucena, encima haciendo algo tan edificando como crear grupos de la ESO. Bueno, también comeremos algunos berberechos (ya sabes, si te portas bien...). Besos, pequeñi.

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  4. a Yoni no le gusta que le ignoren,una voz me dice que queme cosas.

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  5. Eso es el duende pirómano que todos llevamos dentro. No es preocupante. Puedes empezar por quemar tu osito de peluche. Luego ya empieza con la familia.

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  6. Yoni se va a liar un waca.

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  7. pero el waca no es pa Yoni,es pa otro que se esta quitando.

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