miércoles, 9 de marzo de 2011

Una tarde para olvidar(te)

Me pareció verte pasar, reflejada
en el espejo turbio de la barbería.
Razoné: "no está aquí, se fue;
volvió a refugiarse en su morada de niebla".
Aquella tarde tocaba un cuarteto de jazz
y había un hombre con un gorro siberiano
montando en bicicleta. Era propicia.
Me propuse desaparecerte
removiendo tu recuerdo con una cucharilla,
disolviéndolo en un café de más,
postrero chivo expiatorio de mi insomnio.
Pero de vuelta a casa continué leyéndote
en el prospecto de cada medicina necesaria,
y te me parecías a los extras de todas las películas,
y a la presentadora del informativo.
Comencé a hablar solo -o eso piensan los vecinos-.
Hice cena para dos.
Serví dos copas de vino.
Ya habrá otra tarde,
muchas otras tardes más para olvidarte.

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