La tarde se cierne
como una amenaza muda.
La ciudad huye,
se pierde dentro de su telaraña urbana,
se esconde detrás de extrañas perspectivas,
de ángulos imposibles.
Las proporciones se han eliminado;
la plasticidad de la piedra es un hecho;
los metales han cobrado vida y mueren
derretidos al calor de su nueva esencia.
La tarde ha caído
y la ciudad se ha fugado
dejando en su lugar un espejismo.